Imitando a Europa: La fascinación de Asia por las Réplicas de Ciudades Europeas

¡Sumérjase en un viaje fascinante donde Oriente se encuentra con Occidente! Asia, tierra de contrastes y tradiciones, alberga asombrosas réplicas de ciudades europeas. Entre la fascinación por la alteridad y el talento para la reproducción, descubra la sorprendente simbiosis entre estos dos mundos. Embarque inmediato para explorar los vericuetos de estas ciudades duplicadas, donde se mezclan exotismo y familiaridad.

Réplicas arquitectónicas en Asia: un viaje sin salir de tu país

Explora Asia A veces puede parecer como sumergirse en las páginas de una guía turística europea. Imagínese pasear por un pueblo francés en Da Nang o maravillarse con una réplica de la Torre Eiffel en China. ¿Pero por qué hay tantas réplicas? Para turistas nacionales, es la oportunidad de explorar el mundo sin salir de su país. Una forma única de descubrir culturas lejanas sin dejar de estar dentro de fronteras familiares.

Hay numerosos ejemplos: un “Colmar tropical” en el corazón de la jungla de Malasia, una versión en miniatura de los Países Bajos en Nagasaki, Japón, o los pubs rojos y cabinas telefónicas de Thames Town, cerca de Shanghai. Estos sitios llevan a sus visitantes en un viaje a través de escenarios europeos ideales, inmediatamente familiares y al mismo tiempo exóticos.

Un legado de duplicación

Allá duplicación No es un fenómeno nuevo para China. Esta práctica, que se remonta a varios milenios, ya era utilizada por Qin Shi Huang, unificador del Imperio chino, para crear réplicas de palacios conquistados. Hoy en día, esta tradición conocida como «duplitectura», que mezcla «duplicación» y «arquitectura», está omnipresente.

Esta pasión por las copias nace del deseo de alejarse del estilo comunista y soviético, inspirándose en Europa para proyectar una imagen de éxito. Las réplicas arquitectónicas se han convertido así en una forma de mejorar el original y mostrar talento, lejos de ser percibido como kitsch o ilegal como en Occidente.

Proyectos ambiciosos y curiosidades turísticas

Tianducheng, la copia de París a 30 kilómetros de Hangzhou, es un excelente ejemplo de este fenómeno. Realizado parcialmente en el marco del proyecto “Una ciudad, nueve pueblos”, tenía como objetivo crear nueve grandes distritos, cada uno de los cuales evocaría un país europeo. Aunque esta réplica no cumplió con sus objetivos poblacionales iniciales, se convirtió en un curiosidad turística popular, atrayendo no sólo a turistas chinos sino también extranjeros.

Destinos turísticos reinventados

Los parques temáticos exclusivos como Huis Ten Bosch en Japón y Ba Na Hills en Vietnam también son ejemplos de esta tendencia. Permiten a los visitantes echar un vistazo al mundo sin necesidad de obtener un pasaporte. Estos lugares, diseñados para ser destinos turísticos por derecho propio, contribuyen a la recuperación económica al seguir siendo competitivos en el mercado turístico mundial.

Turismo local y preservación del patrimonio.

EL ciudades falsas También permitirán una especie de «Grand Tour» moderno para los chinos, posibilitando viajes a Europa sin salir de su patria. Al reducir el impacto medioambiental de los viajes de larga distancia, representan una nueva tendencia a favor de turismo local. En apenas unos días, los turistas podrán viajar alrededor del mundo visitando estas réplicas.

Además, estas réplicas juegan un papel crucial en la preservación del patrimonio. Por ejemplo, la cueva de Lascaux en Francia ha multiplicado los facsímiles para preservar este tesoro y seguir presentándolo al público. Venecia, amenazada por la crecida de las aguas y otros peligros naturales, seguirá existiendo a través de sus copias esparcidas por los cuatro rincones del mundo.

Un día en un pueblo francés en Vietnam

En Vietnam, la región montañosa de Ba Na Hills ofrece una réplica de un pueblo francés, brindando una experiencia única a los visitantes. Aunque su atmósfera de “Disneylandia” puede resultar desagradable al principio, a menudo la curiosidad se apodera de él. Con nombres de estaciones como “Burdeos” o “Marsella”, los visitantes deambulan entre las réplicas típicas, disfrutando de croissants calientes mientras admiran estatuas de figuras francesas famosas.

Ante esta acumulación de clichés, el visitante francés puede sonreír al principio, pero a menudo sale orgulloso de ver su cultura tan admirada al otro lado del mundo. Esta idealización nos recuerda hasta qué punto la influencia europea perdura y fascina.